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  • Leonardo Ramos

Libertad de expresión = Libertad de elección

Sin duda alguna, uno de los derechos fundamentales de cualquier sociedad debe ser el que tienen los ciudadanos de expresar con total libertad su pensamiento.


Los políticos de todas las tendencias saben el poder de las ideas, conocen el potencial de la palabra y el debilitamiento que puede significar para sus gestiones la debida denuncia, es por ello (y no solamente se ha visto durante este gobierno), que los distintos actores de la política nacional han querido acallar esas voces de protesta; algunas veces con la compra de las conciencias a través del acto conocido como palangrismo periodístico, en el que los comunicadores se prestan al juego político con la venta de ciertos artículos parcializados, que benefician a cierta postura (una práctica muy utilizada durante la pasada cuarta y la presente quinta República); y en otras ocasiones con el cierre de programas o de estaciones de radio o televisión, que pretende ocultar una realidad política, social y económica que aqueja a toda la nación.


Esta última acción y una de las más perversas en cuanto al ataque indiscriminado a la libertad de expresión se refiere, es la que ha tomado el actual régimen socialista como bandera, para acabar con los últimos reductos de denuncia seria en nuestro país.

Es en este punto en el que quisiera como me gusta hacerlo, invitar a la reflexión no sólo a los opositores del gobierno actual, sino a todos y cada uno de los venezolanos independientemente de su postura política.


A todos ustedes les pido que piensen un poco más allá del cierre de los medios por causa de la supuesta “Hegemonía mediática” de algunos grupos económicos; que dejen a un lado los prejuicios sobre el manejo noticiosos que Globovisión, RCTV, VTV u otro medio pueda hacer de las informaciones; que se olviden por un momento si César Miguel Rondón, Patricia Poleo, Roman Lozinski o Mario Silva (la Hojila), nos caen mal porque son personas muy parcializadas y de lenguaje ofensivo; si Zuloaga o Granier se lo merecen por su origen “Burgués”.


En pocas palabras que dejen a un lado lo que normalmente se escucha por parte de los que manejan la opinión pública, y simplemente piensen las consecuencias de estos actos desde el punto de vista que a todos (independientemente de las ideas de país que apoyamos) nos debe mover hasta la última fibra de nuestro ser, desde el punto de vista de la libertad.


Más allá de la libertad de expresión, se encuentra la libertad de elección. La libertad puede llegar a medirse en la capacidad de elegir que tú como ciudadano puedas tener. Mientras menos capacidad de elección menos libre somos.


El Monopolio, es decir la producción de un producto o la prestación de un servicio por una única persona o grupo de personas, es una práctica nefasta no importa de dónde provenga, si del gobierno o del sector privado.


En el caso de los medios de comunicación, el monopolio de la información en manos del gobierno solamente significa que ya no vamos a tener la posibilidad como ciudadanos libres de elegir qué o quién queremos ver y/o escuchar; lo que se traduce en que sólo escucharemos y veremos lo que un grupo de personas piensan que es lo correcto, dejándonos con la imposibilidad real de elegir según nuestras preferencias. Pero de igual manera permitir como se permitió en la cuarta república el monopolio de los medios por parte de ciertos grupos económicos que en su momento no permitieron la entrada de nuevos competidores, apoyados por los gobiernos de turno; es de igual manera una práctica nefasta.


Cuando ya no podemos elegir, entonces ya no somos del todo libres.


En Venezuela debemos rescatar el concepto de libertad para transformarlo en una institución. Cuando se institucionaliza un concepto y es de esa manera adoptado por la gran mayoría, eso significa que no importa en donde se ponga en peligro o a quién afecte en un momento determinado su falta de aplicación; los ciudadanos entendiendo la importancia que tiene deben salir a defenderlo.


Es decir, que a mí no me guste tal o cual programa o estación de radio o tv, no debe significar privar a otro del derecho de elección que pueda tener si es de su gusto hacerlo. Si pensamos así no sólo ponemos en peligro la libertad de nuestro conciudadano, sino la nuestra, ya que cedemos espacio para que la pérdida de la libertad se consolide en Venezuela.


Así como yo puedo elegir ver o escuchar una señal televisiva, debo de igual manera respetar a quien quiera elegir ver cualquier otro canal, he allí la verdadera defensa a la pluralidad y a la libertad.


Cuando a cualquier persona se le quita su derecho de elegir, no es sólo un ataque a su integridad individual es un desagravio al concepto mismo de la libertad, razón por lo cual se hace imprescindible la participación de toda la sociedad en la defensa de la libertad como institución.


Cuando perdemos la libertad de elección, irremediablemente nos convertimos en esclavos.


¡Otra Venezuela es posible!


Lic. Leonardo Ramos

Organización Libertad y Democracia

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